Siguiendo la pista del bronce, Fabián busca a Ferdinand Rauch, un escultor de arañas de bronce similares a la que tenía Moira. Cuando cree haber llegado a un callejón sin salida, Fabián descubre que el escultor tuvo un hijo que vive en Pórtico, un inhóspito lugar donde sólo se llega en lancha.