Carrie se siente presionada por Aidan, y la sociedad en general, para planear su boda y le cuenta a Miranda que no se siente como una novia ruborizada. Miranda confiesa que ella tampoco se sintió así cuando se enteró de su embarazo y le cuenta a Carrie que “fingió”, aparentando estar feliz cuando descubrió que iba a tener un niño. Miranda convence a Carrie para ir a probarse algún vestido de novia. Probándose el vestido, Carrie empieza a sentir pánico y Miranda rasga su vestido. Ya en la cafetería, Carrie se pregunta por qué hay que casarse cuando todo está bien como está.