Askeladd y sus hombres continúan su marcha para escapar de Thorkell. Sin embargo, su marcha se detiene en el río Severn. Askeladd le entrega una carta a un anciano que opera un ferry al otro lado del río y le dice que entregue la carta al otro lado de inmediato. Tan pronto como oye el nombre del destinatario, el anciano se embarca en su bote.